Desinformación y sexismo digital. El feminismo y su agenda como objeto de engaño en español

Andrea Malquín-Robles, José Gamir-Ríos

Desinformación y sexismo digital. El feminismo y su agenda como objeto de engaño en español

ICONO 14, Revista de comunicación y tecnologías emergentes, vol. 21, núm. 1, 2023

Asociación científica ICONO 14

Disinformation and digital sexism. Feminism and its agenda as an object of hoaxes in Spanish

Desinformação e sexismo digital. O feminismo e a sua agenda como objeto de embuste em espanhol

Andrea Malquín-Robles *

Universitat de València, España


José Gamir-Ríos **

Universitat de València, España


Recibido: 15 septiembre 2022

Revisado: 27 octubre 2022

Aceptado: 22 diciembre 2022

Publicado: 10 febrero 2023

Resumen: La desinformación sobre el feminismo y su agenda siempre ha existido, pero su producción y circulación ha aumentado con la generalización del uso de Internet y de las redes sociales para el consumo de noticias, hasta derivar en un problema cada vez más grave de sexismo digital. El objetivo de esta investigación es analizar las características de las falsedades sobre el feminismo y su agenda que circulan en Iberoamérica a través de los nuevos medios. Para ello, se aplica un análisis de contenido de once variables a los 271 desmentidos publicados al respecto por doce medios verificadores en español de ocho países iberoamericanos (Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, México, Venezuela y España), todos ellos acreditados por la International Fact-Checking Network. Los resultados evidencian la preponderancia de los engaños con elementos multimedia fabricados o compartidos sin alteración; emitidos por cuentas fake, ciudadanas y mediáticas; con fuentes reales o anónimas; con intención polarizadora; centrados en la violencia ejercida contra las mujeres por motivos de género, en el aborto y en las subvenciones a entidades feministas; y que apelan a emociones negativas.

Palabras clave: desinformación; noticias falsas; redes sociales; verificación de información; feminismo; sexismo digital.

Abstract: Disinformation about feminism and its agenda has always existed, but its production and circulation has increased with the widespread use of the Internet and social media for news consumption, to the point of becoming an increasingly serious problem of digital sexism. The objective of this research is to analyze the characteristics of falsehoods about feminism and its agenda that circulate in Ibero-America through new media. For this purpose, a content analysis of eleven variables is applied to the 271 denials published by twelve Spanish-language media verifiers from eight Ibero-American countries (Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Mexico, Venezuela and Spain), all of them accredited by the International Fact-Checking Network. The results show the preponderance of hoaxes with fabricated multimedia materials or shared without alteration; published by fake, citizen and media accounts; with real or anonymous sources; with polarizing intentions; focused on gender violence against women, abortion and subsidies to feminist entities; and appealing to negative emotions.

Keywords: disinformation; fake news; social media; fact-checking; feminism; digital sexism.

Resumo: A desinformação sobre o feminismo e a sua agenda sempre existiu, mas a sua produção e circulação aumentou com o uso generalizado da Internet e das redes sociais, ao ponto de se tornar um problema cada vez mais sério de sexismo digital. O objectivo desta investigação é analisar as características das falsidades sobre o feminismo e a sua agenda que circulam na Ibero-América através dos novos meios de comunicação social. Para tal, é aplicada uma análise de conteúdo de onze variáveis às 271 falsidades publicadas por doze meios de verificação de oito países (Argentina, Bolívia, Chile, Colômbia, Equador, México, Venezuela e Espanha) acreditados pela International Fact-Checking Network. Os resultados mostram a preponderância de embustes com elementos multimédia forjados ou inalterados, emitidos por contas falsas, cidadãos e meios de comunicação, com fontes reais ou anónimas, com intenções polarizadoras, centradas na violência baseada no género contra as mulheres e em subsídios a organizações feministas, e apelando a emoções negativas.

Palavras-chave: desinformação; notícias falsas; redes sociais; verificação de factos; feminismo; sexismo digital.

1. Introducción

La desinformación supone “la creación y el intercambio deliberados de información que se sabe que es falsa” (Wardle, 2017, párr. 1), con el objetivo de “causar daño, obtener beneficios e influir en el comportamiento de las personas, aunque algunos fines suelen estar ocultos y permanecen invisibles” (Guallar et al., 2020, p. 597). Las investigaciones realizadas en el ámbito de la ciencia política y la psicología han observado la tendencia deliberada a consumir noticias falsas que refuerzan preferencias y actitudes políticas (Flynn et al., 2017), así como a considerar verdaderas las aseveraciones que más se acercan a la ideología propia, incluso si son solo meras opiniones (Mitchell et al, 2017). La circulación de material desinformativo ha aumentado conforme lo ha hecho el uso de las redes sociales para el consumo de noticias (Brennen et al., 2020). De hecho, se estima que este tipo de contenido cuenta con un 70% más de probabilidades de ser compartido en los nuevos medios (Vosoughi et al., 2018).

A pesar de la gran importancia de los bulos relacionados con la política, la salud y la seguridad, existen otras desinformaciones con consecuencias igualmente graves debido a la intolerancia, la violencia y la exclusión que fomentan (Zovatto, 2018), como las que pretenden dañar a las mujeres como colectivo (Lewis & Marwick, 2017). En este sentido, Sobieraj (2018) observa un patrón de ataques directos contra la identidad e ideología de las mujeres que denomina “sexismo digital” (p. 1702). No en vano, estudios realizados revelan que “la violencia de género aparece con asiduidad en los bulos, bien para cuestionar su importancia o para manipular las cifras de mujeres agredidas o de denuncias falsas” (Herrero-Diz et al., 2020, p. 177).

La demonización del feminismo en su cuarta ola (Lenguita, 2021) no es un fenómeno nuevo (De Miguel, 2008; Herrero-Diz et al., 2020; Stabile et al., 2019; Wichels, 2019). Sin embargo, los nuevos medios no solo han amplificado los ecos de las voces críticas con este movimiento y teoría crítica, sino que también han reforzado la desinformación, principal aliada de los ciberguetos antifeministas (Herrero-Diz et al., 2020).

El objetivo de esta investigación es analizar las características de la desinformación sobre el feminismo y su agenda que circula en Iberoamérica a través de las redes sociales. Para ello, se aplica un análisis de contenido de once variables a los 271 desmentidos publicados al respecto por doce medios verificadores procedentes de ocho países. El trabajo se estructura del siguiente modo: el apartado 2 ofrece una revisión de los resultados de las principales contribuciones académicas relacionadas con el objeto de estudio; el apartado 3 explica los materiales utilizados y los métodos empleados; el apartado 4 detalla los resultados; por último, el apartado 5 los relaciona con investigaciones anteriores y enuncia las conclusiones.

2. Revisión de literatura

2.1. Complejidad técnica de la desinformación

El formato de las desinformaciones está estrechamente relacionado con el grado de alfabetización digital necesario para su producción, así como con su complejidad técnica. Frente a la consolidada preocupación académica y social por las deepfakes (Chawla, 2019; Westerlund, 2019), vídeos de contenido falso, pero con formato hiperrealista generados mediante herramientas de inteligencia artificial y procesos de machine learning (Maras & Alexandrou, 2019), prácticamente indetectables por la ciudadanía común (Fletcher, 2018), diversas investigaciones recientes han alertado de la proliferación de las cheapfakes (Aneja et al., 2021; Paris & Donovan, 2019). Son desinformaciones que se crean de manera casi amateur (Schick, 2020) y que presentan una baja complejidad tecnológica (Gamir-Ríos & Tarullo, 2022), pues generalmente consisten en la compartición de un material preexistente acompañado de un texto que modifica su sentido original (Aneja et al., 2021) o en la alteración burda de imágenes. El escaso grado de alfabetización digital requerido para su creación les permite lograr de manera más rápida su pretendido efecto desinformativo (Dowling, 2021).

La presencia mayoritaria de texto en los materiales problemáticos que circulan en redes sociales ha sido constatada ya en numerosas investigaciones (Almansa-Martínez et al., 2022; Coromina & Padilla, 2018; Gutiérrez-Coba et al., 2020; Herrero-Diz et al., 2020; Noain-Sánchez, 2021; Peña-Ascacíbar et al. 2021; Salaverría et al., 2020), varias de las cuales alertan también de su utilización para la descontextualización de las imágenes a las que acompañan (Brennen et al, 2020; Salaverría et al., 2020), hasta el punto de concentrar la información problemática frente a unos recursos multimedia compartidos mayoritariamente sin alteración (Gamir-Ríos & Tarullo, 2022).

  1. PI1: ¿Qué nivel de complejidad técnica presenta la desinformación sobre feminismo en Internet?

2.2. Autoridad epistemológica de la desinformación

De acuerdo con la revisión de Tucker et al. (2018), los productores más habituales de desinformación en Internet son los trols independientes o contratados, personas sin relevancia pública que provocan a otras en redes sociales para lograr una respuesta emocional; los bots, programas que crean de manera automatizada contenidos falsos en redes sociales; los sitios webs de noticias falsas, que desinforman por motivos ideológicos o económicos; los teóricos de la conspiración, que difunden explicaciones acientíficas o contracientíficas a fenómenos complejos de manera interesada; los medios hiperpartidistas; la clase política; y los gobiernos extranjeros. Trols y bots suelen actuar a través de cuentas falsas; los primeros, a veces también bajo su identidad real cuando se trata de personas sin relevancia en el espacio público.

Sin embargo, la creencia en un conocimiento está estrechamente relacionada con la observación en su enunciación del principio epistemológico de autoridad (Bochenski, 1974), según el cual se debe persuadir de que la fuente conoce el ámbito sobre el que se pronuncia en mayor grado que la audiencia y que, además, no la engaña (García-Perea, 2012). De hecho, uno de los mecanismos habituales a los que recurre la desinformación consiste en atribuir autoridad —ficticia, suplantada o real— a personas que se pronuncian sobre asuntos en los que no están especializadas (Salaverría et al., 2020). Sin embargo, la mayoría de las investigaciones realizadas hasta el momento han constatado una frecuencia muy superior de las fuentes anónimas (Almansa-Martínez et al., 2022; Coromina & Padilla, 2018; Gutiérrez-Cobaet al., 2020; Tarullo & Gamir-Ríos, 2022).

  1. PI2: ¿Quiénes emiten la desinformación sobre feminismo que circula en Internet y qué fuentes mencionan?

2.3. Intencionalidad, estrategia discursiva y temática de la desinformación

La estrecha relación entre la intención del agente emisor, la estrategia discursiva empleada y la temática seleccionada es clave para entender el funcionamiento de la desinformación. De hecho, “la condición fundamental para que se dé la desinformación es la intencionalidad, porque mientras no haya intención no hay desinformación” (Emmerich, 2015, p. 46).

Respecto a las motivaciones, diversos estudios (Allcott & Gentzkow, 2017; Brennen et al., 2020; Gutiérrez-Coba et al., 2020; Tarullo & Gamir-Ríos, 2022) señalan que la desinformación puede tener intenciones diversas: la económica, pues cada clic se puede monetizar y los mensajes difunden engaños que benefician a ciertos sectores y perjudican a otros (Tucker et al., 2018); el delito, pues en ocasiones las ganancias se generan mediante acciones ilegales (Tandoc et al., 2018), como el robo de datos personales para la posterior suplantación y estafa; la polarización, para promover ideas que favorecen a ciertas personas y desacreditan a otras (Gutiérrez-Coba et al., 2020); y la desestabilización, pues cuando la ciudadanía precisa de información de calidad para orientar sus comportamientos (Casero-Ripollés, 2020), los flujos desinformantes proliferan (Bennett & Livingstone, 2018), lo que genera mayor desorden y caos (López-Borrull & Ollé, 2020). Estudios recientes han señalado el predominio de la motivación polarizadora sobre la económica y la desestabilizadora (Brennenet al., 2020; Gutiérrez Coba et al., 2020), así como la modulación de las temáticas y las apelaciones emocionales a la intención con que se difunde el material desinformativo (Tarullo & Gamir-Ríos, 2022).

En cuanto a las estrategias discursivas, Wardle (2017) define siete tipos de desinformaciones: sátira o parodia, contenido engañoso, contenido impostor, contenido fabricado, conexión falsa, contenido falso y contenido manipulado. Salaverría et al. (2020) señalan que este catálogo corresponde más bien a técnicas de desinformación y proponen las categorías broma, exageración, descontextualización y engaño. La mayoría de los análisis disponibles hasta el momento coinciden en observar la preponderancia de los engaños, el carácter minoritario pero cuantioso de las descontextualizaciones y de las exageraciones, y la práctica inexistencia de los contenidos humorísticos (Brennen et al., 2020; Canavilhas, et al., 2019; Gutiérrez-Coba et al., 2020; Peña-Ascacíbar et al., 2021; Salaverría et al., 2020), con estas u otras denominaciones.

  1. PI3: ¿Cuáles son las intenciones, los temas y las estrategias desinformadoras más comunes en los materiales problemáticos sobre el feminismo que circulan en Internet?

2.4. Apelación emocional y protagonismo de la desinformación

Numerosos factores influyen en la difusión, la percepción y la asimilación de desinformaciones: la ideología, la presencia de señales de grupo, la intensidad en la exposición, la novedad, la viralidad y la multimedialidad (Tucket et al., 2018). Las emociones de la audiencia durante la exposición también desempeñan un papel relevante en la percepción de un mensaje como real y en la activación de posteriores procesos de adhesión y redifusión (Chadwick & Vaccari, 2019). Por ejemplo, el enfado refuerza las creencias de la audiencia receptora y su identificación partidista, con lo que es una emoción potenciadora de la polarización afectiva (Weeks, 2015). El potencial de difusión de una noticia falsa está relacionado, en definitiva, con la reacción emocional que provoca en quienes la reciben (Peña-Ascacíbar et al., 2021). El gran peso de las emociones en la asimilación y compartición de los engaños motiva incluso que quienes producen los contenidos varíen la naturaleza de sus apelaciones en función de qué quieren transmitir (Tarullo & Gamir-Ríos, 2022).

Los más recurrentes suelen ser las instituciones u organizaciones afines al tema principal, como ya han constatado trabajos anteriores (Del-Fresno-García, 2019; Rodríguez-Fernández, 2021). Estos agentes se concentran en su mayoría en las instituciones o en partidos y movimientos concretos (Almansa-Martínez et al., 2022; Chadwick & Vaccari, 2019; Freelon et al., 2020; Tarullo & Gamir-Ríos, 2022).

  1. PI4: ¿Qué emociones evocan las desinformaciones y quiénes protagonizan estos sentimientos?

3. Metodología

3.1. Materiales

Este trabajo analiza los desmentidos relacionados con el feminismo y su agenda publicados hasta el 31 de marzo de 2022 por alguno de los trece medios verificadores iberoamericanos en lengua española acreditados por la International Fact-Checking Network (IFCN), procedentes de nueve países. La composición de la muestra atravesó dos etapas. En la primera fase, de recolección, se descargaron mediante la herramienta de web scraping Octoparse los 10.758 desmentidos que en esa fecha estaban almacenados en las secciones dedicadas por dichos medios a la comprobación de desinformaciones que circulan en redes sociales o aplicaciones de mensajería. En la segunda fase, de definición, se aplicó a ese corpus una categorización inicial de variable única dicotómica que permitió seleccionar solo las publicaciones relacionadas con el objeto de estudio y que desmentían una única desinformación. El corpus resultante asciende a 271 materiales problemáticos, publicados por doce verificadores de ocho países.

Tabla 1
Composición del corpus de investigación
Composición del corpus de investigación


Fuente: Elaboración propia

3.2. Método

Para dar respuesta a las preguntas de investigación, el trabajo aplica un análisis de contenido (Krippendorff, 2004; Neuendorf, 2016) de once variables a las 271 publicaciones que componen la muestra. La codificación ha tenido en cuenta la información contenida tanto en el desmentido publicado por el medio verificador como en el propio material desinformativo al que hace referencia.

Tabla 2
Variables y categorías del análisis de contenido
Variables y categorías del análisis de contenido


Fuente: Elaboración propia

Las cuatro primeras variables se ocupan de la complejidad técnica de la desinformación. Su definición ha tomado en consideración tanto el espectro cheapfakes.deepfakes propuesto por Paris & Donovan (2019) como la curva de complejidad enunciada por Gamir-Ríos & Tarullo (2022). Las variables Texto (v1) y Recurso Multimedia (v2) son dicotómicas y observan la presencia de ambos formatos en los materiales desmentidos; el resto de las variables es de naturaleza categórica. La variable Tipo de recurso multimedia (v3) cataloga el formato de los archivos compartidos y contempla cuatro posibilidades: a) vídeo, b) imagen, c) audio, y d) enlace. La variable Grado de alteración del recurso multimedia (v4) categoriza dichos elementos en función de los siguientes criterios: a) existente, cuando se comparte sin alteraciones; b) reconfigurado, cuando ha experimentado algún tipo de edición; y c) fabricado, cuando ha sido creado ad hoc, de forma amateur o profesional.

Las variables 5 y 6 evalúan la autoridad epistemológica de la desinformación (Bochenski, 1974). La variable Instancia emisora (v5) clasifica el origen del material problemático a partir de un catálogo de opciones elaborado tras una aproximación exploratoria al corpus de investigación. La variable Fuente (v6) estudia la atribución de la desinformación contenida en el material a partir de la tipología propuesta por Salaverría et al. (2020): a) anónima, no desvela la identidad de la fuente a la que atribuye la desinformación; b) ficticia, inventa la identidad; c) suplantada, atribuye falsamente la desinformación a una fuente real; y d) real, la identidad está correctamente atribuida, aunque el contenido sea falso.

La variable Intención (v7) parte de diversas clasificaciones previas (Brennen et al., 2020; Gutiérrez-Coba et al., 2020; Tarullo & Gamir-Ríos, 2022) y contempla: a) informativa/clickbait, ligada a los medios de comunicación para obtener tráfico y generar ingresos a través de la publicidad; b) polarizadora, descalifica a un partido, un movimiento o un liderazgo; c) desestabilizadora, ataca al sistema en su conjunto; y d) delictiva, pretende robar datos o tiene objetivos ilícitos.

La variable Tipo (v8) adapta el catálogo de Salaverría et al. (2020) y distingue cinco estrategias discursivas desinformadoras: a) humor, empleo de burla, parodia, sátira o caricatura; b) minimización, reducción de los aspectos cuantitativos de la información; c) exageración, amplificación de dichos aspectos; d) descontextualización, ocultación o tergiversación de los aspectos cualitativos en los que la información se produjo; e) engaño, absoluta falsificación o invención.

La variable Tema (v9) categoriza los materiales en función de su temática mediante un catálogo elaborado a partir de la Agenda 2030 Feminista (Creación Positiva & Associació Drets Sexuals i Reproductius, 2017).

La variable Apelación emocional (v10) toma en consideración la clásica tipología de emociones primarias propuesta por Damasio (2001): a) ira, si apela al enfado o la indignación contra la institución o la persona protagonista; b) miedo, al generar preocupación o sensación de peligro; c) asco, vinculado a aspectos escatológicos; d) tristeza, al apelar a la pena o a la añoranza; e) sorpresa, al transmitir información inesperada pero gratificante; y f) felicidad, por aportar esperanza frente al miedo o la incertidumbre.

Por último, la variable Protagonista (v11) clasifica la persona o la entidad objeto de la desinformación a partir de diversas categorías establecidas tras un estudio inicial del corpus.

La codificación fue realizada por una de las dos personas firmantes. El test realizado por ambas de manera independiente y por separado sobre un 18,45% de la muestra (n=50) ofrece unos coeficientes Alpha de Krippendorf, calculados mediante el software ReCal (Freelon, 2013), situados siempre por encima de 0,8.

4. Resultados

4.1. Complejidad técnica de la desinformación

El 95,9% (n=260) de las desinformaciones analizadas dispone de texto (v1) y el 83,3% (n=226) presenta algún tipo de recurso multimedia (v2). Respecto a su tipo (v3), destacan las que recurren a imágenes estáticas (65,5%), seguidas de los vídeos (23,5%), y enlaces (10,6%). A su vez, en cuanto a la alteración de dichos recursos (v4), el 37,2% de los archivos no presenta alteración del original; el 25,2% sí lo presenta; y el 37,6% ha sido creado desde cero para desinformar.

El cruce de las variables referidas al tipo de recurso multimedia y a su grado de alteración, reflejado en la Tabla 3, muestra que las combinaciones más frecuentes para desinformar sobre el feminismo y su agenda son la fabricación de imágenes (32,7%) y su edición (17,7%), pero también destaca la utilización de fotografías y vídeos preexistentes y difundidos sin alteración (15% y 13,3%, respectivamente).

Tabla 3
Contingencia de valores por formato multimedia y existencia del recurso
Contingencia de valores por formato multimedia y existencia del recurso


Fuente: Elaboración propia

4.2. Autoridad epistemológica de la desinformación

Las instancias emisoras de desinformaciones más frecuentes (v5) son las cuentas fake (29,5%), seguidas de cuentas creadas por personas sin relevancia pública (26,6%), periodistas o medios de comunicación (21,8%) y la clase política (18,1%). A su vez, las fuentes más presentes en los materiales problemáticos (v6) son las reales (38,4%) y las anónimas (31,7%).

La observación cruzada de ambas variables, mostrada en la Tabla 4, evidencia que las combinaciones más comunes son las cuentas fake que recurren a fuentes anónimas (14%), las mediáticas que mencionan fuentes reales (12,5%), las ciudadanas con fuentes anónimas (11,8%), las políticas con fuentes reales (11,1%), las ciudadanas con fuentes reales (8,5%) y las fake con fuentes suplantadas (6,6%).

Tabla 4
Contingencia de valores por instancia emisora y fuente
Contingencia de valores por instancia emisora y fuente


Fuente: Elaboración propia

4.3. Tipo, intención y temática de la desinformación

Las intenciones (v7) más frecuentes de los materiales problemáticos son la polarizadora (48%) y la desestabilizadora (38,7%). Las estrategias discursivas (v8) más comunes son el engaño (67,9%) y, aunque mucho menos, la descontextualización (22,9%). Las temáticas (v9) más comunes son la violencia cometida contra mujeres por motivo de género (31,7%), las subvenciones a entidades feministas (14,8%), el aborto (14,4%), el conjunto de rasgos atribuidos a la cultura woke (7%), la violencia supuestamente cometida contra hombres (6,6%) y los derechos de las personas trans y no binarias (5,2%).

El cruce de las variables referidas a la intención y la estrategia discursiva constata, como se observa en la Tabla 5, que las combinaciones más frecuentes son los engaños con intención polarizadora (32,1%) o desestabilizadora (25,5%), seguidos por las descontextualizaciones polarizadoras (12,2%), los engaños con propósito supuestamente informativo (10%) y las descontextualizaciones con finalidad antisistema (9,6%).

Tabla 5
Contingencia de valores por tipo de desinformación e intención
Contingencia de valores por tipo de desinformación e intención


Fuente: Elaboración propia

A su vez, el cruce de las variables intención y tema, observado en la Tabla 6, muestra que las combinaciones más comunes son la desinformación sobre violencia de género con intención antisistema (15,9%) o polarizadora (11,4%), seguida de los materiales problemáticos sobre el aborto con intención polarizadora (9,6%) y sobre las subvenciones al movimiento feminista con el mismo propósito (9,2%).

Tabla 6
Contingencia de valores por temática e intención
Contingencia de valores por temática e intención


Fuente: Elaboración propia.

4.4. Apelación emocional y protagonismo de la desinformación

La apelación emocional más frecuente (v10) es el enfado o la ira (55,4%, n=150), seguida del miedo (13,3%, n=36), la tristeza y la alegría (ambas con un 9,2%, n=25) y la sorpresa (6,6%, n=18); la apelación al asco es marginal (1,8%, n=5). Hay por tanto un predominio claro de las emociones negativas (79,7%) respecto a las positivas (15,9%). A su vez, los protagonistas más comunes de la desinformación (v11) son los movimientos sociales conservadores (28,8%), las mujeres como colectivo (26,9%), la clase política de derechas (10%), los hombres como colectivo (9,6%) y los movimientos sociales progresistas (8,5%). El cruce de ambas variables, reflejado en la Tabla 7, muestra que todos los protagonistas son tratados de manera mayoritariamente negativa.

Tabla 7
Contingencia de valores por protagonista y emoción apelada
Contingencia de valores por protagonista y emoción apelada


Fuente: Elaboración propia.

5. Discusión y conclusiones

Este trabajo ha analizado las características de la desinformación en lengua española sobre el feminismo y su agenda. Para ello, ha aplicado un análisis de contenido a 271 desmentidos publicados entre el 2017 y el 31 de marzo de 2022 por doce medios verificadores iberoamericanos.

En relación con la PI1, referida al formato de la desinformación, los resultados señalan que el elemento predominante es el texto y que en la mayoría de las ocasiones se encuentra acompañado de otro tipo de material multimedia, especialmente imágenes compartidas sin ningún tipo de alteración. La presencia mayoritaria de texto e imágenes estáticas corrobora lo detectado en investigaciones anteriores (Almansa-Martínez et al., 2022; Coromina & Padilla, 2018; Gutiérrez-Coba et al., 2020; Herrero-Diz et al., 2020; Noain-Sánchez, 2021; Peña-Ascacíbar et al. 2021; Salaverría et al., 2020), como también lo hace la generalmente nula o burda alteración de los recursos multimedia compartidos (Gamir-Ríos & Tarullo, 2022), lo que evidencia el predominio de las cheapfakes (Aneja et al., 2021; Paris & Donovan, 2019; Schick, 2020) en la desinformación sobre el feminismo y su agenda, así como la facilidad para informar sobre ellos.

En cuanto a la PI2, que se ocupa de la autoridad epistemológica, la investigación ha constatado el predominio de dos combinaciones de instancia emisora de desinformación y fuente mencionada. Por un lado, los espacios políticos y mediáticos, que recurren mayoritariamente a fuentes reales, aunque su contenido sea falso. Por otro lado, cuentas falsas o de personas sin relevancia pública, que recurren sobre todo a fuentes anónimas. El primer aspecto evidencia el papel de los medios de comunicación y la clase política en la generación y difusión de materiales problemáticos (Tucker et al., 2018); también concuerda con lo sugerido por Salaverría et al. (2020), quienes observan que, en consonancia con el principio epistemológico de autoridad (Bochenski, 1974), la atribución de competencia a personas que se pronuncian sobre asuntos en los que no están especializadas es uno de los mecanismos habituales de la desinformación. El segundo aspecto se aleja de dicha observación y se alinea con los resultados de otras investigaciones que ya habían constatado el predominio de las fuentes anónimas (Almansa-Martínez et al., 2022; Coromina & Padilla, 2018; Gutiérrez-Coba et al., 2020; Tarullo & Gamir-Ríos, 2022) y señalado el papel de las cuentas falsas o sin relevancia pública en la generación y difusión de materiales problemáticos (Tucker et al., 2018). Ello se condice con el papel de la ciudadanía usuaria de Internet en la generación y propagación del desorden informativo (Wardle & Derakhshan, 2017) y confirma su condición de prosumidora de información, pero también de desinformación (Jenkins, 2006), aspecto facilitado por, entre otras cuestiones, la escasa alfabetización digital requerida para la creación y puesta en circulación de bulos.

Como trabajos anteriores, los resultados de la PI3, referida a las intenciones, las temáticas y las estrategias discursivas, evidencian el predominio de las motivaciones polarizadoras en torno a liderazgos o movimientos concretos y, en menor medida, de las desestabilizadoras respecto al sistema en su conjunto (Gutiérrez-Coba et al., 2020; Tarullo & Gamir-Ríos, 2022), así como la preponderancia del engaño como herramienta discursiva de generación de bulos (Brennen et al., 2020; Canavilhas, et al., 2019; Gutiérrez-Coba et al., 2020; Peña-Ascacíbar et al., 2021; Salaverría et al., 2020). El predominio temático de la violencia cometida contra mujeres por motivos de género (Herrero-Diz et al., 2020) y de la interrupción voluntaria del embarazo evidencian, asimismo, que la desinformación sobre la agenda feminista se dirige sobre todo a cuestionar el derecho de las mujeres a disponer libremente sobre su propio cuerpo, así como a polarizar sobre el ejercicio de dicho derecho.

En respuesta a la PI4, referida a las emociones y el protagonismo, los resultados muestran el predominio de apelaciones negativas en las desinformaciones, especialmente el enfado. Ello está en consonancia también con investigaciones anteriores y se alínea con la evidencia de que la ira refuerza las creencias de la audiencia receptora y su identificación partidista (Weeks, 2015). A su vez, el predominio de la clase política de derechas y de las mujeres como protagonistas concuerda con otros trabajos que observan que los sujetos más comunes de la desinformación son grupos de ideologías políticas relacionadas con el tema principal (Rodríguez-Fernández, 2021; Del-Fresno-García, 2019), independientemente de si la relación se produce por negación o por afirmación.

En conclusión, la investigación ha constatado que la desinformación sobre el feminismo opera de manera similar a la desinformación en general, tanto en cuestiones formales como en lo referido a las instancias emisoras, las fuentes, las intenciones, las estrategias discursivas y las apelaciones emocionales. El hallazgo evidencia la plena consolidación de los temas adscritos a la agenda feminista como objeto de desinformación, aspecto especialmente grave si se tiene en cuenta la contribución de los materiales conflictivos a la polarización afectiva (Mourão & Robertson, 2019; Tucker at al., 2018; Weeks, 2015). La desinformación sobre el feminismo constituye, así, un elemento fundamental del sexismo digital (Herrero-Diz et al., 2020; Sobieraj, 2018) y de la demonización del feminismo (Lenguita, 2021; Stabile et al., 2019; Wichels, 2019) en su cuarta ola.

Contribución de los autores

Andrea M. Malquín-Robles: Conceptualización, Recursos, Metodología, Investigación, Gestión de datos, Análisis formal, Redacción–borrador original. José Gamir-Ríos: Supervisión, Metodología, Gestión de datos, Análisis formal, Validación, Visualización, Redacción–revisión y edición. Todos los autores han leído y están de acuerdo con la versión publicada del manuscrito. Conflictos de interés: Los autores declaran no tener conflicto de intereses.

Financiación

Esta investigación se ha realizado en el marco del proyecto "Flujos de desinformación, polarización y crisis de la intermediación mediática (Disflows)" (PID2020-113574RB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España.

Referencias

Allcott, Hunt, & Gentzkow, Matthew (2017). Social Media and Fake News in the 2016 Election. Journal of Economic Perspectives, 31(2), 211-236. https://doi.org/10.1257/jep.31.2.211

Almansa-Martínez, Ana, Fernández-Torres, María Jesús, & Rodríguez-Fernández, Leticia (2022). Desinformación en España un año después de la COVID-19: Análisis de las verificaciones de Newtral y Maldita. Revista Latina de Comunicación Social, 80, 183-200. https://www.doi.org/10.4185/RLCS-2022-1538

Aneja, Shivangi, Midoglu, Cise, Dang-Nguyen, Duc-Tien, Riegler, Michael, Halvorsen, Paal, Niessner, Matthias, Adsumilli, Balu, & Bregler, Chris (2021). MMSys’21 Grand Challenge on detecting cheapfakes. 12th ACM Multimedia Systems Conference (MMSys’21). https://doi.org/10.48550/arXiv.2107.05297

Bennett, W. Lance, & Livingston, Steven (2018). The disinformation order: Disruptive communication and the decline of democratic institutions. European Journal of Communication, 33(2), 122–139. https://doi.org/10.1177/0267323118760317

Bochenski, Joseph M. (1974). ¿Qué es autoridad? Introducción a la lógica de la autoridad. Herder.

Brennen, Scott J., Simon, Felix M., Howard, Philip. N., & Nielsen, Rasmus Kleis (2020, 7 de abril). Types, sources, and claims of COVID-19 misinformation. Reuters Institute for the Study of Journalism. https://n9.cl/upe32

Canavilhas, João, Colussi, Juliana, & Moura, Zita-Bacelar (2019). Desinformación en las elecciones presidenciales 2018 en Brasil: Un análisis de los grupos familiares en WhatsApp. Profesional de la Información, 28(5), e280503. https://doi.org/10.3145/epi.2019.sep.03

Casero-Ripollés, Andreu (2020). Impact of Covid-19 on the media system. Communicative and democratic consequences of news consumption during the outbreak. Profesional de la Información, 29(2), e290223. https://doi.org/10.3145/epi.2020.mar.23

Chadwick, Adrew, & Vaccari, Cristian (2019). News sharing on UK social media: isinformation, disinformation & correction. Loughborough University, Online Civic Culture Center. https://hdl.handle.net/2134/37720

Chawla, Ronit (2019). Deepfakes: How a pervert shook the world. International Journal of Advance Research and Development, 4(6), 4-8. https://n9.cl/mid5kw

Creación Positiva & Associació Drets Sexuals i Reproductius (2017). Agenda 2030 Feminista. Foli Verd, SCCL. http://www.agenda2030feminista.org/esp/

Coromina, Óscar & Padilla, Adrián (2018). Análisis de las desinformaciones del referéndum del 1 de octubre detectadas por Maldito Bulo. Quaderns del CAC, (44), 17-26. https://www.cac.cat/sites/default/files/2018-08/Q44_ES.pdf

Damasio, Antonio (2001). Fundamental feelings. Nature, 413, 781. https://doi.org/10.1038/35101669

De Miguel, Ana (2008). Feminismo y juventud en las sociedades formalmente igualitarias. Revista de Estudios de Juventud, (83), 29-45. http://www.injuve.es/sites/default/files/RJ83-05.pdf

Del-Fresno-García, Miguel (2019). Desórdenes informativos: Sobreexpuestos e infrainformados en la era de la posverdad. Profesional de la información, 28(3). https://doi.org/10.3145/epi.2019.may.02

Dowling, Melissa-Ellen (2021). Democracy under siege: Foreign interference in a digital era. Australian Journal of International Affairs, 75(4), 383-387. https://doi.org/10.1080/10357718.2021.1909534

Emmerich, Norberto (2015). Campaña de desinformación. En Ismael Crespo Martínez, Orlando D’Adamo, Virginia García Beaudoux & Alberto Mora Rodríguez (coords.), Diccionario Enciclopédico de Comunicación Política (pp. 44-47). ALICE y Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.

Freelon, Dean (2013). ReCal OIR: Ordinal, Interval, and Ratio Intercoder Reliability as a Web Service. International Journal of Internet Science, 8(1), 10-16. https://www.ijis.net/ijis8_1/ijis8_1_freelon.pdf

Freelon, Deen, Marwick, Alice, & Kreiss, Daniel (2020). False equivalencies: Online activism from left to right. Science, 369(6508), 1197-1201. https://doi.org/10.1126/SCIENCE.ABB2428

Fletcher, John (2018). Deepfakes, Artificial Intelligence, and Some Kind of Dystopia: The New Faces of Online Post-Fact Performance. Theatre Journal, 70(4), 455-471. https://muse.jhu.edu/article/715916

Flynn, D. J., Nyhan, Brendan, & Reifler, Jason (2017). The Nature and Origins of Misperceptions: Understanding False and Unsupported Beliefs about Politics. Advances in Political Psychology, 38(1), 127–150. https://doi.org/10.1111/pops.12394

Gamir-Ríos, José, & Tarullo, Raquel (2022). Predominio de las cheapfakes en redes sociales: Complejidad técnica y funciones textuales de la desinformación desmentida en Argentina durante 2020. adComunica, (23), 97-118. http://dx.doi.org/10.6035/adcomunica.6299

García-Perea, María Dolores (2012). El investigador educativo: autoridad epistemológica y autoridad legal. IE Revista de Investigación educativa de la REDIECH, 3(4), 73-88. https://doi.org/10.33010/ie_rie_rediech.v3i4.555

Guallar, Javier, Codina, Lluís, Freixa, Pere, & Pérez-Montoro, Mario (2020). Desinformación, bulos, curación y verificación: Revisión de estudios en Iberoamérica 2017-2020. Telos: Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales, 22(3), 595-613. https://doi.org/10.36390/telos223.09

Gutiérrez-Coba, Liliana, Coba-Gutiérrez, Patricia, & Gómez-Díaz, Javier Andrés (2020). Noticias falsas y desinformación sobre el Covid-19: Análisis comparativo de seis países iberoamericanos. Revista Latina de Comunicación Social, (78), 237-264. https://www.doi.org/10.4185/RLCS-2020-1476

Herrero-Diz, Paula, Pérez-Escolar, Marta, & Plaza Sánchez, Juan Fancisco (2020). Desinformación de género: Análisis de los bulos de Maldito Feminismo. Icono 14, 18(2), 188-216. https://icono14.net/ojs/index.php/icono14/article/view/1509

Jenkins, Henry (2006). Convergence Culture: Where Old and New Media Collide. New York University Press.

Krippendorff, Klaus (2004). Content analysis: An introduction to its methodology. SAGE.

Lenguita, Paula (2021). Luchas feministas, cuidados y comunidad en la post-pandemia. Telos: Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales, 23(1), 141-149. https://www.doi.org/10.36390/telos231.11

Lewis, Rebecca, & Marwick, Alice (2017). Taking the Red Pill: Ideological Motivations for Spreading Online. University of Pennsylvania Annenberg School for Communication. https://n9.cl/pmhi1

López-Borrull, Alexandre (2020). Fake news y coronavirus: La información como derecho y necesidad. COMeIN [en línea], 98. https://doi.org/10.7238/c.n98.2025

Maras, Marie-Helen, & Alexandrou, Alex (2019). Determining authenticity of video evidence in the age of artificial intelligence and in the wake of deepfake videos. International Journal of Evidence & Proof, 23(3) 255-262. https://doi.org/10.1177/1365712718807226

Mitchell, Amy, Gottfried, Jeffrey, Shearer, Elisa, & Lu, Kristine (2017, 9 de febrero). How Americans Encounter, Recall and Act Upon Digital News. Pew Research Center. https://n9.cl/e8ajh

Mourão, Rachel R., & Robertson, Craing. T. (2019). Fake news as discursive integration: An analysis of sites that publish false, misleading, hyperpartisan and sensational information. Journalism Studies, 20(14), 2077-2095. https://doi.org/10.1080/1461670X.2019.1566871

Neuendorf, Kimberly A. (2016). The content analysis guidebook. SAGE. https://dx.doi.org/10.4135/9781071802878

Noain-Sánchez, Amaya (2021). Desinformación y Covid-19: Análisis cuantitativo a través de los bulos desmentidos en Latinoamérica y España. Estudios sobre el Mensaje Periodístico, 27(3), 879-892. https://doi.org/10.5209/esmp.72874

Paris, Britt, & Donovan, Joan (2019). Deepfakes and cheapfakes: The manipulation of audio and visual evidence. Data & Society. https://n9.cl/fpnrw

Peña-Ascacíbar, Gonzalo, Bermejo-Malumbres, Eloy, & Zanni, Stefano (2021). Fact checking durante la COVID-19: Análisis comparativo de la verificación de contenidos falsos en España e Italia. Revista de Comunicación, 20(1), 197–215. https://doi.org/10.26441/rc20.1-2021-a11

Rodríguez-Fernández, Leticia (2021). Propaganda digital: Comunicación en tiempos de desinformación. UOC.

Salaverría, Ramón, Buslón, Nataly, López-Pan, Fernando, León, Bienvenido, López-Goñi, Ignacio, & Erviti, María Carmen (2020). Desinformación en tiempos de pandemia: Tipología de los bulos sobre la Covid-19. Profesional de la Información, 29(3), e290315. https://doi.org/10.3145/epi.2020.may.15

Sobieraj, Sarah (2018). Bitch, slut, skank, cunt: Patterned resistance to women’s visibility in digital publics. Information, Communication & Society, 21(11), 1700-1714. https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/1369118X.2017.1348535

Schick, Nina (2020, 22 de diciembre). Don’t underestimate the cheapfake. MIT Technology Review. https://n9.cl/6cfj4

Stabile, Bonnie, Grant, Aubrey, Purohit, Hermant, & Harris, Kelsey (2019). Sex, Lies, and Stereotypes: Gendered Implications of Fake News for Women in Politics. Public Integrity, 21(5), 491-502. https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/10999922.2019.1626695

Tandoc Jr, Edson C., Lim, Zheng Wei, & Ling, Richard (2018). Defining “Fake News”: A typology of scholarly definitions. Digital Journalism, 6(2), 137-153. https://doi.org/10.1080/21670811.2017.1360143

Tarullo, Raquel, & Gamir-Ríos, José (2022). Asustar para desestabilizar: Desinformación sobre la COVID-19 en Argentina y España. Cuadernos.info, 52, 47–68. https://doi.org/10.7764/cdi.52.42915

Tucker, Joshua. A., Guess, Andrew, Barberá, Pablo, Vaccari, Cristian, Siegel, Alexandra, Sanovich, Sergey, Stukal, Denis, & Nyhan, Brendan (2018). Social media, political polarization, and political disinformation: A review of the scientific literature. SSRN Electronic Journal. https://doi.org/10.2139/ssrn.3144139

Vosoughi, Soroush, Roy, Deb, & Aral, Sinan (2018). The spread of true and false news online. Science, 359(6380), 1146-1151. https://doi.org/10.1126/science.aap9559

Wardle, Claire (2017, 16 de febrero). “Fake News.” It’s Complicated. First Draft https://medium.com/1st-draft/fake-news-its-complicated-d0f773766c79

Wardle, Claire & Derakhshan, Hossein (2017). Information Disorder: Toward an Interdisciplinary Framework for Research and Policymaking. Council of Europe. https://rm.coe.int/information-disorder-toward-an-interdisciplinary-framework-for-researc/168076277c

Weeks, Brian E. (2015). Emotions, Partisanship, and Misperceptions: How Anger and Anxiety Moderate the Effect of Partisan Bias on Susceptibility to Political Misinformation. Journal of Communication, 65(4), 699–719. https://doi.org/10.1111/jcom.12164

Westerlund, Mika (2019). The emergence of deepfake technology: A review. Technology Innovation Management Review, 9(11), 40-53. http://doi.org/10.22215/timreview/1282

Wichels, Susana (2019). “Femenina, sí. feminista, no.” Demonización del feminismo en blogs portugueses. En J. C. Suárez Villegas, S. Marín Conejo & P. Panarese (eds.), Comunicación, género y educación. Representaciones y (de)construcciones (pp. 115-121). Dykinson.

Zovatto, Daniel (2018). El estado de la democracia en América Latina a casi cuatro décadas del inicio de la tercera ola. Revista Derecho Electoral, 25, 1-24. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6273217

Notas de autor

* Máster en Nuevos Periodismos, Comunicación Política y Sociedad del Conocimiento

** Profesor Ayudante Doctor de Comunicación Audiovisual

Información adicional

Para citar este artículo : Malquín-Robles, Andrea; & Gamir-Ríos, José. (2023). Desinformación y sexismo digital. El feminismo y su agenda como objeto de engaño en español. ICONO 14. Revista Científica De Comunicación Y Tecnologías Emergentes, 21(1). https://doi.org/10.7195/ri14.v21i1.1963

Secciones
Cómo citar
APA
ISO 690-2
Harvard
ICONO 14, Revista de comunicación y tecnologías emergentes

ISSN: 1697-8293

Vol. 21

Num. 1

Año. 2023

Desinformación y sexismo digital. El feminismo y su agenda como objeto de engaño en español

Andrea Malquín-Robles 1, José Gamir-Ríos 1






Contexto
Descargar
Todas